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El calcio desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la salud ósea y en el funcionamiento general del organismo. Es el mineral más abundante en el cuerpo humano, y se encuentra en su mayor parte en los huesos y dientes, otorgándoles estructura y resistencia. Además de su función estructural, el calcio interviene en procesos vitales como la contracción muscular, la transmisión nerviosa y la coagulación sanguínea.

Para asegurar una adecuada mineralización ósea a lo largo de la vida, es esencial mantener una ingesta regular de calcio a través de la alimentación. Los productos lácteos, como la leche, el yogur y el queso, son las principales fuentes de este mineral, ya que además de contener altas cantidades, su biodisponibilidad es elevada, lo que facilita su absorción. Es importante tener en cuenta la edad y las necesidades individuales al elegir el tipo de lácteos: por ejemplo, la leche entera es más apropiada para niños menores de 2 años, mientras que las versiones bajas en grasa se recomiendan para mayores de esa edad y adultos.

Existen otras fuentes de calcio que también pueden complementar la dieta, como las verduras de hoja verde (col rizada, brócoli, col china), algunos pescados con espinas blandas comestibles (como las sardinas o el salmón en conserva), y ciertos productos elaborados con cereales. Mantener un adecuado aporte de calcio, junto con actividad física regular, contribuye a preservar la densidad mineral ósea y a prevenir afecciones como la osteoporosis, especialmente en etapas de mayor riesgo como la menopausia o la vejez.






El calcio cumple funciones esenciales en el organismo y es clave tanto para la salud ósea como para diversos procesos fisiológicos. Aunque los alimentos pueden contener cantidades significativas de este mineral, el cuerpo humano absorbe en promedio solo un 30% del calcio ingerido. Esta absorción varía según el tipo de alimento y otros factores como la presencia de vitamina D, una adecuada acidez gástrica, la lactosa en la dieta o las propias necesidades del cuerpo. En cambio, el exceso de grasa, el sedentarismo o el estrés pueden disminuir la capacidad de absorción.

La recomendación diaria de calcio cambia a lo largo de la vida:

  • Hasta los 6 meses: 200 mg

  • De 7 a 12 meses: 260 mg

  • De 1 a 3 años: 700 mg

  • De 4 a 8 años: 1000 mg

  • De 9 a 18 años: 1300 mg

  • De 19 a 50 años: 1000 mg

  • Hombres de 51 a 70 años: 1000 mg

  • Mujeres a partir de los 51 años y hombres mayores de 71 años: 1200 mg

Una correcta ingesta de calcio favorece la formación y mantenimiento de huesos y dientes fuertes, y es un factor protector frente a la pérdida de masa ósea, como en el caso de la osteoporosis.

Además, el calcio interviene en múltiples funciones del cuerpo:

  • Favorece la coagulación sanguínea

  • Participa en la transmisión de señales nerviosas

  • Regula la contracción y relajación muscular

  • Facilita la liberación de hormonas y otras sustancias químicas

  • Contribuye a mantener un ritmo cardíaco estable

El equilibrio entre una dieta rica en calcio, la exposición adecuada al sol para estimular la vitamina D y la práctica regular de actividad física es fundamental para preservar la salud musculoesquelética en todas las etapas de la vida.



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