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Magia, religión y salud

 



En el pasado, los problemas de salud se abordaban mediante la magia, pero todavía estaban separados de la religión.





El pensamiento mágico juega un papel fundamental para garantizar la supervivencia humana y, en muchos casos, para promover su desarrollo cultural. Sin el advenimiento del pensamiento mágico, los humanos todavía estarían anclados en sus primeras etapas de desarrollo.





Malinowski señala que la magia en las sociedades primitivas está más estrechamente relacionada con la ciencia que con la religión; La creencia en los hechos de la naturaleza (estaciones, agua, embarazo, lluvia...) y las prácticas religiosas a menudo se ven y tratan por separado e independientemente unas de otras. Al igual que la ciencia, la magia se ocupa de las relaciones causales, pero a diferencia de la ciencia, no distingue entre correlación y causalidad.




El agua, el aire, el fuego, las estaciones que se suceden a intervalos regulares, el vuelo de los pájaros, la capacidad de reproducción de los seres vivos... Todos estos elementos, combinados con el pensamiento mágico, permitieron construir, a través de analogías, la primeras abstracciones, la que podría facilitar la interpretación de los fenómenos naturales; esto proporcionó la base para realizar las primeras clasificaciones del universo y organizar sus elementos y fenómenos en un conjunto coherente de categorías, lo que finalmente condujo al conocimiento científico "positivo".





Muchos de estos "logros" del hombre fueron gradualmente asumidos por las religiones. Se ha establecido la conexión entre enfermedad y pecado. La "prevención" consistía ahora en mantenerse puro, limpio y sin pecado, y la "cura" implicaba la realización de ritos de purificación adecuados a cada tipo de pecado, y más tarde, en la cultura judeocristiana, el Reconocimiento del pecado y el arrepentimiento. Según varios historiadores, Moisés representa un hito en la implicación de la religión en cuestiones de salud, ya que sus "leyes reveladas" contenían, en parte, reglas de conducta para mantener la salud y prevenir enfermedades.






Incluso hoy en día todavía existe mucho "conocimiento" mágico o religioso que determina la "buena salud" de algunas personas. Cabe recordar que la salud holística, siempre influenciada por el entorno social y cultural, requiere de una integración equilibrada de los diferentes elementos que componen la salud (biológicos, psicofisiológicos y sociales). La salud integral no es ni buena ni mala. Cuando hablamos de salud holística nos referimos a que sea completa. Pero puede ser completamente saludable o completamente disfuncional. Decir salud integral no significa calificar, sino describir la trascendencia de esta dimensión de la personalidad.





Sin duda, fue la cultura de la Grecia clásica la que fue una de las primeras en abordar el fenómeno de la salud desde una perspectiva "científica". Esta cultura introdujo la idea de que la salud y la enfermedad podían ser causadas no sólo por causas sobrenaturales sino también naturales; es la primera explicación científica de la enfermedad y del hecho de que uno se enferma. Un ejemplo de esto es la teoría de los humores de Hipócrates, según la cual el ser humano está compuesto por cuatro fluidos. Según Hipócrates, la enfermedad se produce cuando hay un desequilibrio (ya sea por exceso o déficit) en el contenido relativo de estas cuatro sustancias (bilis negra, bilis, flema y sangre).

 




Hoy hablamos de “medicina basada en evidencia” (MBE) o, como muchos prefieren, “medicina basada en evidencia” para describir aquellas ciencias de la salud que basan su accionar en conocimientos adquiridos a través del método científico.

 




La medicina basada en la evidencia enfatiza el uso del conocimiento científico proveniente de investigaciones diseñadas y realizadas adecuadamente. El principal objetivo de la "medicina basada en la evidencia" es garantizar que el trabajo diario en el sector sanitario se base en datos científicos y no en suposiciones o creencias.

 



Un ejemplo de gran interés para la salud es la necesidad de incorporar los resultados de la investigación a la práctica clínica al considerar terapias de reemplazo hormonal para los síntomas de la menopausia; En estos casos se han observado efectos adversos como un mayor riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares. Por tanto, es más que dudoso que se deban recomendar dichos tratamientos. Otros ejemplos se relacionan con los criterios de diagnóstico para algunos de los trastornos emocionales enumerados en los manuales de patología mental y emocional (por ejemplo, DSM V).

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